LA FAMLIA WALTON. PROPIETARIOS DE WAL MART, TIENEN MÁS DINERO QUE 48 MILLONES DE FAMILIAS ESTADOUNIDENSES JUNTAS

La familia Walton, herederos del imperio de supermercados Wal-Mart, acumula más riqueza que 48 millones de familias estadounidenses juntas. Esta es la salud de nuestro sistema económico global.

La familia Walton suma entre sus miembros una riqueza mayor a los 100 mil millones de dólares varias decenas de miles de millones de dólares más que la fortuna de Carlos Slim). Su caso es emblemático de la desquilibrada riqueza que existe en Estados Unidos (y en gran parte del mundo capitalista). Tan solo esta familia tiene más dinero que las 48 millones de familias de renta media-baja de Estados Unidos –y por supuesto son más ricos que países enteros. Las multinacionales son más poderosas que los estados.


ESTA FAMILIA DE RICOS ROBA A LOS POBRES Y SE LO QUEDA TODO

El sitio del Economic Policy Institute utiliza el caso de los Walton para hacer un diagnóstico de la economía estadounidense, que recientemente ha sido objeto de protesta del movimiento #Occupy. Mientras que Wal-Mart crece consistentemente la compensación que da a sus trabajadores es baja incluso para los estándares de otras tiendas minoristas (un estudio muestra que la presencia de Wal Mart significa la disminución en los niveles de salario de una comunidad). La ubicuidad de estas tiendas hace que sea una de las mayores fuerzas de trabajo, pagando bajos salarios a la vez que acumula una inmensa fortuna; de esta forma marcando –cancerígenamente– la pauta de la economía.

Entre 2007 y 2010 de la riqueza de la familia media de Estados Unidos cayó el 38.8%; la riqueza de los Walton subió de 73.7 mil millones a 99.5 mil millones de dólares en ese mismo período (Actualmente llega a los 102 mil millones de dólares). En el 2007 la riqueza de los Walton era tanta como la de las 35 millones de familias estadounidenses de renta media-baja o el 30.5%. En el 2010 el abismo social se hizo aún más pronunciado: los Walton, 6 hermanos y/o sus cónyuges, superan la riqueza de 48.8 millones de familias o el 41.5% de los estadounidenses



La riqueza de los Walton está apuntalada en un sistema predatorio de las pequeñas empresas, acabando con la economía local. En México, por ejemplo, repartieron millones de dólares en sobornos a para obtener permisos para abrir tiendas con gran velocidad sin tener que esperar los trámites de la regulación, de esta forma acaparando el mercado estratégicamente, comprando a la competencia, y establecuendo un cuasi -monopolio.

Este es el estado de las cosas, donde la tendencia, pese a la conspicuidad indignante de esta desigualdad sistémica, es un crecimiento económico cada vez mayor de un pequeñísimo grupo de personas y un empobrecimiento en picada de un grupo cada vez más grande de personas.

 

Las multinacionales son más poderosas que las naciones...

 

Más que en una democracia es posible que vivamos ya en una corporatocracia: Apple tiene más dinero que Argentina, Goldman Sachs más poder que Grecia ¿Trabajan los gobiernos, fachadas burocráticas facilitadoras, para las corporaciones?

 

 

 

 

 

Recientemente se dio a conocer que Apple ha rebasado un valor de capitalización de 500 mil millones de dólares, algo que solamente han logrado alcanzar en su momento Microsoft, Exxon Mobil, Cisco y General Electric. Esta cifra pone a Apple por encima de países enteros en lo que se refiere a su poder económico y sugiere una tendencia que ya ha sido esbozada en las teorías de conspiración y en las novelas de ciencia ficción: que las corporaciones serán (o son ya) los verdaderos amos del mundo.

El capital de Apple actualmente supera al Producto Interno Bruto de países como Grecia (312,042 mdd), Argentina ( 435,179 mdd), Polonia, Bélgica, Suecia, Arabia Saudita y Taiwán.

El éxito boyante de Apple y de algunas otras corporaciones está sustentado, por supuesto, en el libre mercado y en la globalización que les permite manufacturar productos a bajos costos y venderlos en todo el mundo a costos elevados –se calcula que fabricar un iPhone cuesta entre $12 y $30 dólares, los obreros, muchos de ellos niños ganan, $1.78 dólares la hora o menos, pero este supergadget se vende entre $200 y $400 dólares en Estados Unidos y llega alcanzar hasta los $1000 dólares en algunos países. Como hemos publicado aquí y aquí, algunos de los efectos colaterales del libre mercado son una versión moderna de la esclavitud, la cual poca mella parece hacerle al imperio de marketing de Apple.

Más allá de las condiciones inhumanas en las que muchas personas trabajan, especialmente en Asia, para fabricar los productos que ávidamente consumimos en Occidente, quizás lo más alarmante del asunto es que las corporaciones tienen la capacidad de modificar las leyes a conveniencia pero casi nunca, por una alquimia legal o por el poderoso lobby que ejercen, de padecer estas leyes y ser castigadas cuando las violan. Podríamos decir que los gobiernos, a fin de cuentas, trabajan para los intereses de las corporaciones: son fundamentalmente la forma en la que estas (supra) entidades pueden incrementar sus ganancias sin depender de la vicisitudes de la economía de un país.

Tenemos por ejemplo el caso de las guerras en Estados Unidos y sus países aliados. Aunque estas guerras han sido un pésimo negocio para los ciudadanos comunes y corrientes, los grandes contratistas militares, las petroleras, los bancos (HSBC tomó control del banco central de Irak) y demás compañías de seguridad y tecnología se han visto enormemente beneficiadas por estas empresas bélicas, que desde el bien común son actos irracionales. Existe un patrón: corporaciones como Haliburton, Lockheed Martin o Blackwater (hoy Xe Services), entre otras, todas tienen altos ejecutivos que han tenido puestos –o mantienen relaciones cercanas– en los más altos niveles del gobierno de Estados Unidos. Tal vez esto nos ayude a entender por qué se montan gigantescas campañas (o eventos de falsa bandera) para influir en la opinión pública y aún cuando estas no logran funcionar del todo, de todas formas se dirige una nación a la guerra: para el beneficio de una bien aceitada red de corporaciones.

Se nos ha adoctrinado –especialmente sucede esto en Estados Unidos– con un sentido patriótico, de pertenecer a una nación y a una serie de valores un tanto abstractos que nos otorgan una unidad y una especie de fraternidad por la cual incluso es justo morir. La defensa de estos valores, de esta identidad colectiva, es lo que sustenta involucrar a cientos de miles de personas en una guerra a decenas de miles de kilómetros para matar a cientos de miles de personas que no conocen. Todo por un símbolo un tanto ilusorio. Pero más allá de que exista toda una superestructura ideológica –la libertad, la democracia o la guerra santa cristiana o islámica– que fundamente una guerra, habría que ponernos a pensar si en muchos casos estos fundamentos no son mecanismos de control mental, propaganda viral con las que comulgan las masas y los soldados y quizás algunos políticos, pero que para las personas que verdaderamente influyen y se benefician con la decisión de iniciar una guerra son solamente estrategias de marketing. ¿Que será más importante para Dick Cheney y Donald Rumsfeld, los millones de dólares que obtienen con estas políticas o los valores americanos y la palabra del Señor? ¿Acaso cuando lanzan una ofensiva militar a Irak o a Afganistán están pensando en el pueblo estadounidense más que en sus amigos?

LOS CONSPIRACIONISTAS

Para algunos conspiracionistas los altos mandos de los gobiernos del mundo están controlados por una especie de religión secreta. Difícil saberlo. Pero también podría ser que su religión, como parece connotar el “In God We Trust” del billete de un dólar, se ha fusionado con el dinero.

Como tenemos el caso de las guerras, también tenemos el caso de los bancos y las burbujas financieras. La crisis financiera del 2008 significó para millones de personas un colapso en sus finanzas personales. Pero no para los bancos: cifras dadas a conocer por Bloomberg muestran que los grandes bancos recibieron un rescate 7,77 billones de dólares. Mientras el ciudadano promedio veía como se encogía sue cuenta bancaria, los seis bancos más grandes de Estados Unidos (Goldman Sachs, Citibank, Bak of America, JP Morgan, Wells Fargo y Morgan Stanley) atravesaron la crisis financiera con un crecimiento fabuloso: de 6.8 billones de dólares en activos en el 2006 pasaron a 9.5 billones de dólares en el 2011. La verdadera cantidad de dinero que la Reserva Federal inyectó a los bancos fue ocultada por el ahora Secretario del Tesoro Timothy Geithner, según los mismos documentos desclasificados de la Reserva Federal.

¿Cómo logran los bancos esta inmunidad a la crisis? Por una parte son ellos mismos los que la provocan y de manera relacionada son ellos mismos los encargados de decidir como se resuelve la crisis: crean el problema (el caos) y luego reestablecen el orden. El caso más emblemático es el de Goldman Sachs. Este banco responsable en buena medida de la crisis inmobiliaria y uno de los grandes beneficiarios del rescate, ha colocado a sus ejecutivos consistentemente en los puestos más altos del gabinete económico de Estados Unidos, desde Rick Rubin a Larry Summers y Hank Paulson. Algo similar ha hecho con la crisis en Europa, donde los puestos de los primeros ministros de Grecia e Italia y el presidente del Banco Central Europeo son ahora ocupados por Lucas Papademos, Mario Monti y Mario Draghi, los tres con un pasado laboral común: todos trabajaron para el gigante financiero Goldman Sachs. Draghi fue vicepresidente para Europa de la firma entre 2002 y 2005, Monti es consejero internacional desde 2005 y Papademos operó cuando fue presidente del Banco Central Helénico (1994-2002) donde se le acusa de perpetrar un fraude que terminó beneficiando a Goldman Sachs.

Ya lo decía Thomas Jefferson:

Creo que las instituciones bancarias son más peligrosas para la libertad que los ejércitos. Si el pueblo estadounidense alguna vez permite que los bancos privados controlen la emisión de divisas, primero a través de la inflación, después por la deflación, los bancos y las corporaciones que crecerán alrededor despojarán a la gente de su propiedad hasta que los niños se despierten sin hogar en el continente que sus padres conquistaron.

No es nuestra intención aquí evocar un sentido patriótico, sino distinguir que esta tendencia ha sido patente desde hace 200 años.

Evidentemente existen matices y es una exageración pensar que las corporaciones son malignas o que deben de ser abolidas sistemáticamente, sin cortapisas. Es también iluso pensar que dejarán de existir y tener un gran poder. Pero por otro lado recordamos la definición de Mussolini: “El fascismo debería de ser llamado corporativismo porque es la fusión entre el estado y el poder corporativo”. Esta fusión parece haberse dado, la diferencia con el fascismo de Mussolini o de Hitler es que actualmente los estados están al servicio de las corporaciones, cuando en esos casos las corporaciones estaban al servicio de estados totalitarios.

En su novela Snowcrash, Neal Stephenson imagina un mundo donde las corporaciones han constituido sus propios estados-nación y cobran a los ciudadanos por el servicio de poder vivir en su territorio. La CIA es la Central Intelligent Corporation y la Libería del Congreso es una especie de Apple Store ¿Sucederá esto en un futuro cercano? ¿O será más cómodo para las corporaciones seguir manteniendo la fachada de los gobiernos para que éstos hagan el trabajo sucio por ellas?